Esta es mi última carta. Puedo sentirlo, pero no sé por qué. Nuestro propio corazón es insondable: ¿tal vez he alcanzado la paz o me aproximo al olvido? Siento que cada una de estas cartas era el agua de un pozo tempestuoso y que está pronto a secarse. El alma del hombre es un aljibe donde brotan las algas de la vida. Orígenes intituló una homilía sobre el Génesis: Nuestra alma, pozo de agua viva. Sí... Mi pensamiento de ti es como un loto flotando en el recuerdo. Ya no puedo conducirlo. Carece de todo vicio y toda culpa. Ya he atendido sus flores y su estanque. Y es mi deber abandonarlo.