La casa es un arenal,
la puerta un pájaro torvo.
Los cuerpos una pasión:
una pasión en un pozo.

Desierto: siempre te queda
aquel manantial del odio.

Allí tenderé mi cuerpo
cuando haya saciado todo.

Parece la habitación
el esqueleto de agosto:
allí dormimos un día,
allí despertamos otro
con un recóndito tigre
apretado entre los ojos.

La casa es un arenal,
el roce un árido soplo.

Desierto: siempre te quedan
los manantiales del odio.