Camino las calles de Corrientes. La sensación es: mis padres me han abandonado. La sensación es: soy un hombre y estoy solo. Sé que no tengo casa ni un techo donde dormir. Sé además que mi sueño se ha invertido, que duermo durante el día y, por las noches, pernocto las arenas del suave Paraná. Entonces siento una gran oscuridad: estoy dormido. Despierto de cuclillas frente al río, recostado en un barranco; la noche es ancha y negra como una cueva; hace frío.
La casa de mi madre está cerca. Intento escalar el barranco para llegar a la costanera, pero no puedo. Lo bordeo, encuentro una pendiente transitable, subo y llego a las calles otra vez.
Sé que $S$ está en la casa de mi madre y está sola. Llego a la casa: $M$ está despierta tomando té en la mesa. La mesa no está donde se encuentra ahora, sino donde se encontraba cuando mi padre y mi madre todavía estaban casados. $M$ me dice que $S$ está en el patio, sola; pienso que esto es raro porque es muy tarde en la noche. Salgo al patio y grito: $S$! Escucho una respuesta; subo las escaleras a la terraza y escucho otra vez su voz: está abajo. La encuentro sentada, oculta tras el muro que esconde el tanque de agua, sola en el frío. Me preocupo. Le traigo una frazada y la cubro con un abrazo.