Algo de mí fue escrito en las sacras escrituras
que dictaron tus labios de mujer.
Los clavos de tu cruz han sido firmes,
y fueron hoy más trágicos que ayer...!
La atmósfera de nuestro paraíso
tiene sabor a cementerio y hiel,
como si nuestra vida fuera la hogaza pobre
de un pan de camposanto que habremos de saber...!
En éxodos sombríos —la arena era perversa,
mordiéndonos las almas y los pies—
abandonamos libres la insidia faraónica,
y en ti y en mí vibraba la sangre de Yahvéh!
Ya entonces presentimos los signos penumbrales,
estigmas de quien sabe que no voloverá a nacer,
y me pregunto: ¿es cierto que entonces fuimos libres?
Cadenas hay que oprimen más hondo que los pies...!