«y vi que estuve vivo con la muerte,
y vi que con la vida estaba muerto.»
-Quevedo

Lo sé, aunque ya no pueda recordarlo:
tu carne inmemorial probé una vez.
Quizá cuando fui Adán eras el fruto
que me ganó el desprecio de Yahvéh.
No sé… Algo como un sueño nos habita,
y el tiempo ante ese pulso es inferior.
Por eso hay en tus verdes ojos ecos
de la indomable voz de nuestro Dios…!
Por eso conocí las amarguras
del barro y de la víbora del mal
en la sábana mustia de esa tarde
en que tu boca me enseñó a llorar!...
Tu alma es un crepúsculo naciente,
una diáfana cáscara de luz;
es el estigma que abrirá mi pecho
y el colérico clavo de mi cruz.
Los místicos y sabios de otro tiempo
soñaron ver lo que hoy he visto yo,
en la penumbra blanca de mi alcoba,
ciego de ver, oh máscara de Dios…!
Flor de todos los símbolos humanos,
inagotable espuma de alelí:
vidente, con la vida he estado ciego;
mas, ciego con la muerte, yo te vi...!