Un considerable número de tropas norcoreanas se unió al combate contra Ucrania. La asistencia sucede en el contexto de un nuevo pacto de defensa mutua firmado entre Rusia y Corea del Norte.

A pocos días de la reelección de Trump, la administración de Biden dio el visto bueno a Ucrania para el uso de misiles tácticos de largo alcance, dando pie al primer ataque de misiles dentro de territorio ruso.

En respuesta, además de estrenar un nuevo misil sobre Dnipró, Putin ablandó las restricciones al uso de armas nucleares. En particular, estableció que Rusia podrá responder nuclearmente al ataque de un país sin armamento nuclear que cuente con el apoyo de un país con armamento nuclear. Esta nueva doctrina legitima, al menos desde la perspectiva rusa, un ataque nuclear sobre Ucrania.

La postura realista es que debería desestimarse la posibilidad de una guerra nuclear. Bajo la teoría de la disuasión, es imposible que un actor decida dar el primer golpe nuclear, porque no puede formularse que un escenario racional de victoria emerga de esa decisión. Pero el actor del realismo es demasiado unidimensional. Pese al poder explicativo del modelo realista, no debería confiarse en él allí donde el costo de un error de predicción es catastrófico.

La ICAN (International Campaign to Abolish Nuclear Weapons) ha emitido un comunicado donde observa un hecho evidente: la disuasión no sirve sólo para perpetuar la paz, sino también la guerra, dado que las potencias nucleares la aprovechan para obtener impunidad. Esto no es una observación teórica, sino un hecho, y es parte de lo que sucede en Ucrania. Respecto a la teoría de la disuasión, el comunicado dice lo obvio:

Any theory which is based on the willingness to mass murder civilians and is kept in check by little more than sheer luck will eventually lead to a horrific humanitarian catastrophe. That’s what is being risked right now, and it must stop.

El realismo se asemeja a un matemático que, tras modelar una red de comunicación con un grafo, imagina haber abolido los cables pelados y las tormentas eléctricas. Lo cierto es que Rusia tiene ≈5880 armas nucleares y ha flexibilizado las condiciones que habilitarían su uso. Tal como señala la ICAN en una corta serie de twits, no podemos desestimar una amenaza nuclear como un simple bluff.