Tras varios años detenidos, cuarenta y cinco activistas pro-democracia fueron condenados con penas de hasta diez años. El primer ministro inglés se niega a condenar las detenciones, probablemente porque Inglaterra se beneficia enormemente del comercio con Hong Kong.

La condena de los activistas es justificada por la relativamente nueva Ley de Seguridad Nacional. La ley es controversial no sólo porque obviamente fortalece los mecanismos represivos de Beijing sobre Hong Kong, sino porque viola la así llamada Ley Básica. Hong Kong, colonizada por el salvajismo inglés a mediados del siglo XIX, fue "devuelta" a China en 1997. Este traspaso de un poder imperial a otro fue signado por la Ley Básica, una suerte de constitución de corte liberal que regiría el territorio, y la fórmula de "un país, dos sistemas". Tanto la ley como la fórmula están desintegrándose bajo el poder del imperialismo chino, y el encarcelamiento de los activistas es un signo más de esa desintegración.