La lluvia melodiosa forma charcos
de culpa en mi silencio. ¿Me conoces
o te olvidaste de estos ojos parcos?
(Todo está lleno de almas y de dioses
en este jardín plástico y espurio
que ofende la tibieza de mi vida.)
¿Tienes miedo? ¿Te asusta un mal augurio?
¿Sientes el frío de la lluvia herida?
No: todo lo ignoras. Nada es bello
ni atroz ante tus manos. Este frío
hiere unos huesos que has desocupado.
El nudo que agobió una vez tu cuello
quedó cerrado siempre sobre el mío,
como algo que olvidaste de este lado.